lunes, 1 de marzo de 2010

El chiste

El placer que produce el chiste consiste, entonces, en un ahorro de gasto anímico de coerción, entendiendo la coerción, o represión, como todos aquellos obstáculos que las convenciones, normas y demandas socio culturales imponen a la satisfacción de nuestros impulsos vitales. La tendencia economizadora que opera en el chiste, la comicidad y el humor nos produce placer, es decir, nos reduce o evita el despliegue de una cantidad de energía anímica que podría ser útil en otras circunstancias. De este modo, los motivos de la risa nos proporcionan, como sucede con el sueño, un modo de recuperar el equilibrio anímico constantemente amenazado por las exigencias de nuestra vida en sociedad.


Antes de establecer la diferencia en el mecanismo de ahorro de gasto anímico en los tres motivos de la risa: chiste, comicidad y humor, Freud distingue dos clases de chistes: el chiste inocente y el chiste tendencioso. Aunque ambos pueden hacer uso de las mismas técnicas para producir la risa, sospecha que el chiste tendencioso dispone de fuentes de placer inaccesible al chiste inocente. Considera que el chiste inocente cumple solo una función intelectual puesto que no tiene un fin en sí mismo y no se halla al servicio de una intención determinada.

Por otra parte, el chiste tendencioso cumple dos funciones: una función agresiva en el chiste hostil, que está destinado a la agresión, la sátira, o la defensa y una función sexual en el chiste obsceno, destinado a mostrarnos una desnudez. Este tipo de chiste requiere, en general, de tres personas. “Además de aquella que lo dice, una segunda a la que se toma por objeto de la agresión hostil y sexual, y la tercera en la que se cumple la intención creadora de placer del chiste”.

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