En su libro “El chiste y su relación con lo inconsciente”, Sigmund Freud analiza los mecanismos del placer que caracterizan y diferencian los tres motivos de la risa que mayor atención han demandado de los estudiosos de este fenómeno: el chiste, la comicidad y el humor.
Freud empieza por dilucidar las diferentes técnicas que permiten producir el chiste, y luego se dedica a indagar, desde la perspectiva de su teoría psicoanalítica, de dónde proviene el placer que propicia esa descarga anímica a la que llamamos risa. Para lograrlo, compara el mecanismo de la elaboración del chiste con la elaboración de los sueños y revela la conexión entre la vida anímica del adulto y su regreso a la etapa infantil.
Freud empieza por dilucidar las diferentes técnicas que permiten producir el chiste, y luego se dedica a indagar, desde la perspectiva de su teoría psicoanalítica, de dónde proviene el placer que propicia esa descarga anímica a la que llamamos risa. Para lograrlo, compara el mecanismo de la elaboración del chiste con la elaboración de los sueños y revela la conexión entre la vida anímica del adulto y su regreso a la etapa infantil.
Al concluir su investigación, logra establecer que el placer del chiste surge de un ahorro de gasto anímico de coerción; mientras que el placer de la comicidad surge de un ahorro de gasto de representación, y el del humor, de un ahorro de gasto de sentimiento.
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Estos tres mecanismos de nuestro aparato anímico provienen del placer de un ahorro que puede ser explicado biológicamente como la tendencia de todo ser vivo a preferir las condiciones y estados que impliquen menor esfuerzo. La euforia que tendemos a alcanzar por estos caminos es el estado de ánimo de una época de nuestra labor psíquica con muy escaso gasto (esfuerzo); esto es, el estado de ánimo de nuestra infancia, en la que no conocíamos lo cómico, no éramos capaces del chiste y no necesitábamos del humor para sentirnos felices en la vida.
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