jueves, 21 de julio de 2011

Las funciones de la risa


A partir de la iniciativa del filósofo John Morreal, las explicaciones teóricas de la risa han sido divididas en tres grandes grupos: las teorías basadas en la incongruencia, las basadas en la superioridad y las basadas en la catarsis o liberación de tensiones. Paralelamente, en la mayor parte de las explicaciones teóricas conocidas se han puesto de relieve cinco funciones principales: la función agresiva, la función sexual, la función social, la función defensiva y la función intelectual.   


Dada su relación con el conocimiento y el aprendizaje, la función intelectual de la risa haya su mejor expresión en las teorías de la incongruencia. Así, no es de extrañar que sus mejores exponentes procedan principalmente de la Filosofía, la Semiótica, la Lingüística y la Neurología: Aristóteles, Cicerón, Emanuel Kant, Federico Hegel, Arthur Schopenhauer, Arthur Koestler y Victor Raskin.

Las teorías de la superioridad han estudiado aquellos aspectos de la risa relativos a la supervivencia biológica y social del individuo. Quienes estudian el fenómeno desde este punto de vista,  se fijan principalmente en cómo la risa contribuye a satisfacer tanto los impulsos egoístas del ser humano como su propensión a defenderse y a buscar seguridad en los otros y en él mismo.
 
 Es por lo tanto el terreno en el que concurren una función agresiva, una función defensiva y una función social. Sus exponentes proceden de diferentes disciplinas, sobre todo de la Filosofía, la Psicología, la Antropología y la Etología. La investigación de Henry Bergson sobre las leyes de lo cómico ha sido desde su formulación el paradigma de este tipo de explicaciones.

Las explicaciones que hacen énfasis en la catarsis o liberación de tensiones han asumido con mayor dedicación el aspecto erótico y libidinal de nuestra mente; se trata por lo tanto de ese ámbito, quizá el más íntimo y personal de todos, en el que la risa cumple una función sexual. Este ha sido el escenario propio de la Psicología, y su paradigma es la explicación ofrecida por Sigmund Freud desde el psicoanálisis.

Como nos lo recuerdan Avner Ziv y Jean-Marie Diem, quienes han estudiado el sentido del humor a partir de su práctica en Psicología Clínica, estas funciones rara vez aparecen aisladas y, en realidad, las expresiones cotidianas de la risa cumplen varias funciones al mismo tiempo. Trátese de chistes, bromas, caricaturas y otras formas de expresión humorística, la mayoría de las veces nos encontramos en estas manifestaciones con la sexualidad o la agresividad, la propensión a buscar refugio en el grupo (lo defensivo) o, al contrario, a competir por la primacía a través de una exhibición de ingenio y mordacidad (lo intelectual).

Ya a mediados del siglo XX, Alfred Stern había asignado un lugar especial a la función social de la risa. Centrando su explicación teórica más en el mundo de los valores, que no en el de la inteligencia, Stern advertía que la risa se separaba del llanto por una línea muy delgada que tenía que ver con la degradación de los valores y con la manera como los grupos e individuos se confrontaban de cara a esos valores. Desagregando esa función social de la risa en varios aspectos, Stern proponía una función asimiladora, en la que prevalecían los valores del colectivo al que el individuo debía someterse, la función liberadora, en la que el individuo defendía sus propios intereses, la función conservadora, en la que grupos e individuos entraban a chocar entre sí, y una función correctiva, en la que la sociedad como un todo ejercía un papel controlador y punitivo.

La función defensiva de la risa tiene que ver con los aspectos negativos de la vida, los miedos y ansiedades que comprometen continuamente nuestra estabilidad anímica. Es un hecho que reírnos de las cosas que nos asustan vuelve a esas cosas menos amenazadoras. El humor macabro, el humor negro y la auto-irrisión, es decir, la capacidad de reírnos de nosotros mismos, son para los estudiosos algunos de los mecanismos de esa capacidad anímica a la que actualmente se identifica como resiliencia; recursos de los que muchas veces la persona no es consciente y que le permiten recuperarse frente a la adversidad. Huelga decir que varios autores — Sigmund Freud, Alfred Addler y Victor Frankl entre ellos— ya habían estudiado este aspecto terapéutico de la risa.

1 comentario:

Domingó dijo...

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